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Vicente Ruiz-Homenaje al Abrigo del Mojao

El pasado día 9 de septiembre se inauguró la exposición del artista Lorquino Vicente Ruiz, en el Palacete Huerto Ruano, con el título “Homenaje al Abrigo del Mojao” una interpretación intima sobre las pinturas rupestre del Levante Español y más concretamente las que se descubrieron en el Abrigo del Mojao en un farallón rocoso de la ladera alta del macizo montañoso que forma parte de las estribaciones occidentales de la sierra del Pericay. Estas pinturas fueron destruidas en gran parte por un infame e inculto, como así hace Vicente referencia en algunos títulos de sus cuadros. (la infamia del cantero)

Vicente Ruiz, homenajea al pintor primitivo, demostrando así el interés que siente por la arqueología y el arte rupestre. Una colección de veintiséis oleos y dos acuarelas en diferentes formatos y reciente creación.

La trayectoria profesional de Vicente esta fuera de toda duda. Ilustre lorquino que forma parte desde el 25 de abril de 2005 de la Real Academia de Bellas Artes, Santa María de la Arrixaca de Murcia. Cuenta con un centenar de exposiciones individuales y colectivas, destacando, Barcelona, Bilbao, Alemania, EEUU. Su Obra está representada en diferentes colecciones y museos, también ha conseguido premios en todo el territorio Nacional.

La muestra se puede visitar en el Palacete Huerto Ruano hasta el 6 de octubre de 2021, en horario de mañanas de 11 a 14 y tardes de 17 a 20.

Manuel Sánchez Molina

Comisario de la exposición

Homenaje al Abrigo del Mojao

Y en el abrigo encontró la parte más expresionista y abstracta de su pintura. Un Abrigo críptico que logra dotar de luz y color, con una actitud lirica expresando de manera artística sentimientos profundos. Lo primitivo forma parte de su pintura, una fuente de entusiasmo, trabajo y valentía.

Vicente Ruiz, nos conduce hacia un mundo evocador, que rompe la homogeneidad de la superficie pintada, realizando una pintura profunda, sugerente y enigmática, con un estilo muy personal e inconfundible. Una interpretación intima entre la prehistoria y lo contemporáneo poniendo de manifiesto sensibilidad y armonía cromática.

Manuel Sánchez Molina

Comisario

Vicente Ruiz: La abstracción del misterio

El principio es un misterio, y el pequeño paréntesis vital hasta el final concluye en otro misterio. El hombre primitivo, tan pronto fue capaz de pensar en el sentido que hoy le damos, se enfrentaba a ambos misterios recurriendo a representaciones capaces de disuadirlo de la abstracción de la no existencia, de la enajenación de la nada. En ese paréntesis, ínfimo para el decurso de la prehistoria, aunque enorme para la vida humana, el hombre erecto tenía que afrontar éstos y otros muchos desafíos igualmente recónditos recurriendo al amparo de, para él, verosímiles protectores allá en el firmamento y en el inframundo. Solo la necedad del hombre de hoy le concede a éste la ilusión de inventar las fuerzas numinosas de ese paréntesis, dotándolo de la falsa conciencia de creer poder manipularlas en su propio interés.

En el abrigo de “el mojao” encontramos representaciones que, dados los elementos que vislumbramos, nos remiten, con razonamientos de hoy, directamente a una escena de caza. La escena excita nuestra imaginación, pero tenemos que asumir que su significado es también un misterio. El ciervo, el hombre y las flechas podrían ser elementos hierófanos, esto es, representaciones profanas de divinidades y sus actos; o bien rituales gráficos para invocarlas. En las escenas, hay también vacíos; hay, igualmente, muchos silencios.

Con esta exposición organizada por la concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Lorca, ponemos una vez más la vista en esta representación realizada por nuestros ancestros, increíblemente inéditas hasta hace tres décadas y trágicamente vandalizadas al poco tiempo de su hallazgo. Cuesta trabajo entender el porqué de la profanación de este santuario, pero, aunque se puedan hacer cábalas sobre los posibles autores de tamaña insolencia y los desgraciados motivos que los impulsaron, quedan anuladas por la voluntad y efectos de esta muestra.

Los trabajos que el pintor lorquino Vicente Ruiz presenta en este homenaje al abrigo de “el mojao” son retazos de su propio ritual para acercarse y acercarnos al enigma; que no a descifrarlo. En ellos, mimetiza expresiones esenciales buscando las intuiciones que guiaban a aquellos primeros humanos cuando plasmaban sus arcanos sobre la ladera oscura y húmeda de la montaña.

Experto en representaciones rupestres, cuya contemplación y estudio le ha llevado por numerosos parajes del territorio europeo y africano; experimentado artista e iniciado zen, el pintor nos presenta su meditación y visión sobre la expresión primitiva en el abrigo de “el mojao”. Nos muestra posibles caminos seguidos por aquellos, potenciales sonidos que les alarmaban, el fuego que les calentaba y quemaba…y, finalmente, el objeto de sus inquietudes anímicas irremediablemente escapando como el agua a través de sus dedos, y de nuestros dedos cuando intentamos descifrarlas.

Vemos en los lienzos de la exposición un concierto de elementos en los que a primera vista apreciamos referencias a composiciones prehistóricas. Pero, adentrándonos en ellas, intuimos abstracciones de acercamiento a los enigmas de su virtual significado. El pintor lorquino nos llama a afrontar el estremecimiento que impulsa el desarrollo de su creación pictórica para entender el dramatismo de la emoción primaria, al mismo tiempo que al sosiego de la aceptación de lo imposible.

Vicente Ruiz emula aquellos ocres ferrosos y floras carbonizadas, ritualizadas por los primeros hombres sobre las neutras paredes de los abrigos, sustituyéndolas por su propio universo cromático: acuosos azules, pétreos amarillos, metálicos violetas, ardientes rojos y arbóreos cremas, salpicados de refulgentes blancos sobre planos sin apenas perspectiva. Con ellos construye territorios sin caminos y paisajes sin horizontes. Son universos cuánticos medidos por la luz que emiten los sujetos que plasma con sus diversas vibraciones de color, y son los movimientos de éstos sin puntos de partida ni destinos. No hay linealidad en sus composiciones, sino un fluir de elementos en desorden armónico y una belleza informal de conjunto. Vicente conoce la fuerza de lo relativo, es consciente de lo inconsciente y nos invita a anteponer la intuición a la razón.

El artista, pues, incita en cada obra a que el espectador llegue al límite de lo comprensible, cuando la percepción del espacio/tiempo de lo expuesto se confunde con la de la acción pictórica de referencia: el santuario de “el mojao”. Es el momento en que lo visible se hace superfluo, las figuras se esfuman, los colores se desvanecen y la trama argumental se disipa. El misterio, sí, permanece.

José Alberto Bernardeau (Asociación Española de Críticos de Arte-AICA. Asociación Murciana de Críticos de Arte)

VICENTE RUIZ Y EL PINTOR PREHISTÓRICO DEL ABRIGO DEL MOJAO

Cuando mi amigo Vicente Ruiz me comentó, que quería que prologara el catálogo de la exposición que estaba preparando para homenajear al pintor del Abrigo del Mojao, evoqué aquellos ratos que pasó Vicente en el Centro Municipal de Arqueología a finales de la década de los ochenta del pasado siglo, pintando el gran cuadro donde figuraran los principales yacimientos arqueológicos del amplio municipio de Lorca y que hoy preside el hueco de la escalera del Museo Arqueológico Municipal. Se me hizo presente la gran habitación bien iluminada de la calle Zapatería y al fondo Vicente subido en una escalera pintando en la parte superior del gran plano el motivo que indicaba la ubicación del Abrigo del Mojao. Con el pincel lleno de un color entre rojo y magenta comenzó a pintar de memoria la figura del arquero, sin levantar el pincel fue dibujando el personaje en movimiento con la melena al viento, posiblemente bajo un tocado, y el arco y la fecha dispuestos para el disparo. Una vez finalizada la figura se bajo pensativo de la escalera para mirar desde la distancia la pintura y comentar que había quedado bien, pero nunca como el original, y en voz alta dijo “que bueno fue el pintor del Mojao”. Y que verdad había en estas palabras, aquel pintor anónimo fue un gran artista que creó el conjunto de figuras naturalistas de pequeñas dimensiones donde destacaba el estilizado arquero que centraba la escena principal dirigiéndose en marcha hacia un grupo de cápridos o cérvidos, mientras una cabra de destacada cornamenta observaba la acción desde un sitio sobreelevado. El enclave donde se encuentra el abrigo es un sitio relevante en el paisaje de Valdeinfierno, un enclave de referencia bien ubicado y desde donde otear el corredor natural de comunicación hacia el río Caramel, sobre el que debió de ejercer algún tipo de vigilancia este lugar a finales del Neolítico.

Las pinturas rupestres del Abrigo del Mojao fueron destrozadas en 1990, a los pocos meses de su descubrimiento, de forma intencionada por un inculto delincuente. Recuerdo el sentimiento de malestar e impotencia que sentimos y que subyace en las obras pintadas por Vicente para esta exposición, un conjunto de nuevos cuadros abstractos en diferentes formatos, donde ha empleado la paleta de colores naranjas, magentas, violáceos y sobretodo amarillos, colores que le gustan y que utiliza imprimiendo esa luz que le caracteriza, tan arrebatadora y tan íntima. Se trata de una pintura expresionista donde quiere mostrar esa aparente figuración relacionada con las pinturas rupestres sobre la abstracción que caracteriza estas obras. Y entre los pequeños motivos que representa se repite constantemente una figura, la del arquero del Abrigo del Mojao, para homenajear al pintor prehistórico y a su destrozada obra que había pervivido a lo largo de los milenios y que en pocos segundos fue desgarrada por la mano de la violencia y de la ignorancia.

Se trata de pintura abstracta y expresionista, que muestra el bagaje de un pintor de larga trayectoria artística de sobra conocida, con muchos ciclos y épocas, con mucha obra y muchas exposiciones. Me gustaría destacar su participación en la exposición temporal “Homenaje”, celebrada en 1993 en la sala de exposiciones temporales del Museo Arqueológico de Lorca, en desagravio al anónimo pintor prehistórico del Abrigo del Mojao. Como todos, estaba consternado y se refería continuamente a los numerosos años que se habían estado buscando pinturas rupestres en Lorca y el dolor que causaba que a los pocos meses de su hallazgo fueran picadas. Para realizar estas obras se volvió a meter en el mundo de las pinturas rupestres y de sus autores, a los que llamó pintores iniciáticos, porque iniciaban un misterio como es el de su creación, y así tituló la exposición que realizó con maestría el año 2007 en el Centro de Arte Contemporáneo “La Conservera” en Ceutí.

La exposición que ahora presenta en el Huerto Ruano de Lorca, se trata de una hermosa muestra motivada por un hermoso objetivo como es el homenaje que realiza Vicente Ruiz al pintor del Abrigo del Mojao. Exposición que hay que visitar para disfrutar del color y de las formas abstractas creadas por la privilegiada mano de Vicente, entre las cuales resulta interesante y misterioso buscar al arquero prehistórico, distintivo de la Asociación de Amigos del Museo Arqueológico de Lorca a la que Vicente está vinculado desde su origen y que ha pasado a ser un símbolo para Lorca y para todos los amantes del arte rupestre levantino.

Andrés Martínez Rodríguez

Director del Museo Arqueológico Municipal de Lorca

Vicente Ruiz vuelve a exponer en Lorca después de muchos años. Esto es, sin duda, una gran noticia. Pintor de una fe inquebrantable en su labor, en el que su inquietud, su curiosidad y su estudio constante de la pintura, han provocado que su evolución abarque todos los estilos, todas las formas de pintar. Desde sus inicios con temas figurativos, ha ido llegando hasta la abstracción en una profunda transformación creativa, en la que solo se atisban las formas reales y el color adquiere una fuerza y un protagonismo grandiosos.

Vicente Ruiz vuelve de esta forma a Lorca, al pueblo que le vio nacer e iniciarse en el arte de la  pintura. Su larga y dilatada trayectoria nos ha impresionado desde siempre a sus paisanos, que recordamos sus inicios en El Escorial y sobre todo en París; sus pinturas temáticas de gitanos y marginados; sus viajes al desierto del Sáhara; su gran interés por la arqueología; su extraordinaria, en todos los sentidos, exposición en la torre Alfonsina de nuestro Castillo, de la que todos guardamos memoria, y tantas y tantas cosas imposibles de señalar en este pequeño texto a modo de preámbulo del catálogo de una exposición que lleva el acertado título de Homenaje al Abrigo del Mojao..

Todo esto nos demuestra que Vicente es una persona valiente, atrevida, un artista que se ha sabido labrar un gran prestigio, cuyo colofón ha sido su designación como miembro de la Real Academia de Bellas Artes de la Arrixaca.

Debemos felicitarnos todos por poder disfrutar de la pintura de Vicente en el Huerto Ruano, que nos va a permitir hacer un alto en la diversión propia de la Feria de Septiembre y gozar y reflexionar con su extraordinario sentido del color.

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